El primer acercamiento de Alejandra a la idea del cooperativismo data de su primera infancia, por cuanto proviene de una familia de productores cooperativistas. Sus abuelos paternos, David y María Argina, habían fundado en 1939 junto a otros productores vitivinícolas de Nonogasta, en Chilecito, La Rioja, Sociedad Nacarí Cooperativa Agrícola e Industrial de Nonogasta Limitada.
Su padre se había asociado cuando ella muy pequeña; y por esto que se socializó en valores y principios cooperativos, aprendió el significado de las decisiones democráticas adoptadas en Asamblea, la importancia y la responsabilidad social que implica ocupar cargos electivos, porque las decisiones que se adoptan impactaban en el conjunto de los miembros. Una vez al año, recuerda, acompañaba a su familia a la “Asamblea”, esa reunión anual en la que participaban los mayores, mientras los chicos aprovechaban para jugar. Cuando escuchaban aplausos sostenidos, y voces que se alzaban con alegría y expresiones de algarabía, sabían que había llegado la hora de ir a comer el asado, en una mesa larga donde compartían con abuelos, padres, tíos, hermanos, amigos. Alejandra relata “cuando fui creciendo supe que el festejo se debía a que habían terminado la reunión anual, habían rendido cuentas e informados a los asociados y se habían elegido nuevas autoridades”. Leer más